Tal vez ya sepas lo que es un Microprocesador; de allí vamos a llegar al Micro-controlador. El Microprocesador es el “cerebro” que toma decisiones y hace las operaciones matemáticas necesarias en forma automática, de la misma forma que las hace nuestro cerebro.
La computadora que estoy empleando para escribir este artículo, posee un microprocesador, sin el cual, sería imposible realizar la tarea porque tiene ya las instrucciones necesarias (programas) como para que yo pueda escribir, mientras que él corrige lo que escribo porque algunas de las palabras “no le suenan” del modo en que fue programado.
Un Microprocesador realiza básicamente 4 funciones, que se llaman: calcular, comparar, memorizar y controlar. Calcular sería lo mismo que hace una calculadora de mesa: suma, resta, multiplica, etc. o bien lo que hacemos mentalmente o contando con los dedos. Comparar es una función muy parecida a lo que hacemos cuando buscamos precio en un artículo: se toma una información previa y se coloca a la par de otra para saber si es igual, menor o mayor.
Memorizar, es algo que también hacemos nosotros, es decir, recordar datos, cifras, números, etc o sea, grabar y recordar cierta cantidad de datos. Controlar ya es un proceso un poco más difícil, pero es por ejemplo lo que hacemos cuando conducimos tratando de mantener centrada la dirección del vehículo, contrarestando el estado del camino. Podría ser por ejemplo, controlar que una temperatura no suba ni baje de cierto valor.
Sin embargo, el microprocesador no puede actuar solo ya que tiene numerosas funciones que cumplir al mismo tiempo y para poder hacerlo necesita el apoyo de otros chips, como por ejemplo, alguien que recuerde datos e informaciones (una memoria) de forma que no le ocupe con menesteres menores y lo restrinja en sus operaciones principales de calcular y comparar, y tomar las decisiones correspondientes.
En cambio, el Microcontrolador es también un familiar cercano del microprocesador, pero suele estar ocupado en tareas más sencillas, como ser, controlar un lavarropas automático, la temperatura de un freezer, de un aire acondicionado, el funcionamiento de un equipo de audio, etc.
Y para ello, parte de su estructura contiene la memoria necesaria para esa única función específica que ha de realizar. No podemos sacar un microcontrolador de un TV y utilizarlo para controlar el funcionamiento del motor de un auto, porque ha sido programado para eso solamente.
La gran ventaja de los microcontroladores es que pueden ser fabricados “en blanco” y en serie, sin un propósito determinado, y luego, nosotros lo programaremos para que cumpla determinada función. Por tal causa son mucho más baratos que los microprocesadores, porque se utilizan como un cuaderno en el cual cada quien puede escribir lo que desee o necesite.
Básicamente, entonces, debe ser “programable” para la función deseada, y se le agregan datos en su memoria para que se sirva de ellos cuando necesite tomar una decisión. Suelen consumir bajas potencias y tienen menor número de terminales que el microprocesador, y son capaces de permanecer en espera hasta que les demos la orden de realizar su tarea.
Su origen data de la década del año 70 y salió primeramente como el 8084 (Intel) que fue rápidamente adaptado para muchos usos comerciales y electrodomésticos, volviéndose muy económico por la cantidad de aplicaciones y su uso generalizado.
Si idioma es limitado pero suficiente para cumplir automáticamente con las misiones que se le encargan: controlar un estéreo, un televisor, un electrodoméstico, etc. Se diferencia en la cantidad de bits (dígitos o “letras”) que utiliza: 4, 8, 16, 32, 64, etc.
A medida que es capaz de manejarse con mayor cantidad de dígitos, puede realizar funciones cada vez más completas, por ejemplo para los módulos de control de un automóvil no necesita más alla de 32 o de 64 bits (64 bits sería una “palabra” digital que requiere 64 letras, o sea, una gran cantidad de información).
No necesita de elementos de apoyo como el microprocesador, lo que lo vuelve más elemental y de uso general y muy difundido. Por supuesto, necesitará de “traductores” porque las personas no nos manejamos con códigos de ceros y unos, sino con números del 0 al 9 y con 26 letras del alfabeto.
Entonces será necesario convertir dichas órdenes “humanas” en órdenes digitales que el microcontrolador sea capaz de comprender (un “traductor de entradas”) y a su vez, necesitará de un “traductor de salida” para hacernos comprender ciertas informaciones en un display y que podamos leerlas e interpretarlas fácilmente.
Digamos que el microprocesador es como “una gran empresa” que no puede manejarse sin personal de distintas categorías, mientras que el microcontrolador puede manejarse sólo o con alguna poca ayuda como sería una tienda de venta al público.
También podríamos decir que un microprocesador espera instrucciones para saber qué tipo de tarea tiene que realizar, mientras que el controlador sólo espera que se le de la orden de ponerse en marcha y ya tiene definida la función que tiene que cumplir. Es decir, ponerlo en marcha (conectarlo en estado de funcionamiento) no significa ponerlo en movimiento (hacerlo trabajar).
Uno enciende el equipo de audio, pero la circuitería del equipo esperará a que le indiquemos si debe tocar tal o cual CD, o si preferiremos escuchar un cassette o si lo vamos a grabar. Queda en reposo y cada tanto, a velocidad muy rápida, es decir a alta frecuencia, va a revisar si le hemos dejado indicada la tarea que debe realizar.
Este tiempo, para nosotros es casi inmediato, pero el microcontrolador se encuentra en reposo y cada tanto va a ver si hay alguna orden que le haya sido dada, algún botón que haya sido apretado. Es como si estuviera descansando hasta que alguien le toca el timbre y se pone en marcha, como por ejemplo en una alarma que ha sido montada, hasta que no se produzca alguna acción en uno de sus sensores, no sonará la sirena.
Los microcontroladores son sencillos y muy útiles, y nos ayudan en todas las tareas de nuestra vida humana; si por algún motivo fueran dejados de pronto fuera de servicio, volveríamos al medioevo. Recuerde entonces, toda función que se realice automáticamente, implica que hay un microcontrolador trabajando para usted, aún cuando esa simple función sea nada más que lavar la ropa.
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